
Amigo lector, si hay algo más cántabro después del comer y del Racing eso son las palas.
¿Aún no sabes qué son? Qué si hombre, cierra los ojos y oye el tac, tac, tac, tac, ese sonido tan característico del golpeo que se ha convertido en la banda sonora de las playas siempre que el tiempo lo permita.
Se trata de mantener la pelota en el aire sin que caiga y dar el mayor número de golpes. ¿Parece fácil, ¿verdad? ¡Pues no lo es, jajaja!
Los que venimos del Mediterráneo y otras zonas, nos sorprendemos del tamaño y peso de estas raquetas de madera. En las playas de Roses (Costa Brava) tanto la raqueta como la pelota son de plástico y no acabas con agujetas en los brazos de sostenerlas.
Cuentan los lugareños que el primer palista fue un tal Mariano Pérez allá por 1928 en la playa de La Magdalena de Santander que comenzaron jugando a tenis en la playa con las raquetas y las pelotas de tenis que saltaban del vecino club de tenis.
Puedes conocer la historia de las Palas cántabras en este vídeo.
Seguro que habrás visto que a veces juegan en pareja, tríos o hasta cuartetos, y dependiendo del número de jugadores tienen distintos roles: pegadores (atacantes) o paradores (defensores).
El atacante golpea fuerte a la pelota en dirección al defensor, que actúa como un frontón, devolviendo a su compañero una pelota fácil y bien colocada para que vuelva a pegar con fuerza.

¿Quién gana? Al contrario del tenis original, en las palas la victoria es moral, consiguiendo el máximo tiempo posible que la pelota no caiga y mantenga su ritmo y fuerza.
Las palas no entienden de sexo ni de edad, lo juegan tanto mayores como jovencitos, y da gusto verlo.
No es un deporte exclusivo de las playas de Santander, pero es donde mayor concentración de palistas encontrarás.
¡Ale, os dejo que me toca palear, o apartarme para que no me den!